martes, 26 de febrero de 2008

LA LECTURA

Estoy en la consulta del médico de cabecera; nada grave, tan solo un dolor de espalda, una lumbalgia. No hay muchas personas, desde donde estoy puedo ver a media docena. Dos haciendo algo con el móvil, un hombre permanece con las llaves del coche en la mano, quizás impaciente por irse, entabla conversación con una joven que acaba de llegar; otro lleva puesto un auricular, imagino escuchando música. Nadie lee.
¿Cuándo se ha perdido el hábito de leer? Cuando yo era joven tuve la suerte de disponer de lectura, ya que mi hermana trabajaba en una librería, que era de mi padre; ahora ya le queda poco para jubilarse. Toda una vida dedicada a ella. Gracias a esa lectura infantil y juvenil, más adelante me recorrí unas cuantas bibliotecas, extrayendo libros de aquí y de allá. Realizando consultas durante las carreras, y explorando los fondos en busca de algún libro poco leído (soy acuario, qué se le va a hacer).
Hoy en día una habitación de mi casa es una biblioteca, aunque le llamamos el estudio. Mis hijos todavía no saben leer (ya tengo ganas), pero aún así ya disponen de una buena colección de cuentos-40 ó 50-. Prácticamente todas las semanas acudimos a la biblioteca para sacar unos cuantos cuentos, y también, como no, algún video. Lo de menos son los 1400 ó 1500 libros que podamos tener en casa, no hace falta hacer acopio; con ir a la biblioteca más próxima y sacar en préstamo unos libros ya basta.
Desde bien pequeños hay que inculcarles el hábito de leer, leer con ellos, leer sin ellos; es igual el tema que elijamos para nosotros, no importa el formato, pero que nuestros hijos nos vean leer. La lectura es además algo que se puede compartir. Reunirse después de cenar, aunque sólo sean diez minutos y leer en voz alta un cuento, algo de poesía, un capítulo de un libro; no importa. Es un momento mágico que seguramente nuestros hijos recordarán toda la vida. Un buen legado.

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